Antes las revoluciones o, minorizando, los conflictos, eran obreros y bien fuertes. Las revoluciones explotan repentinas. Desaparecido este concepto de "obrero" por la realidad de las situaciones laborales actuales, cambiados todos a asalariados queriendo vivir como burgueses, creo que esto se puede decir sin faltar a la verdad en reconocimiento de aquellos históricos conflictos de los llamados en Cataluña arrabassaires y de sus luchas en aquellos días de filoxera o, yendo atrás -esa es otra historia, cuando la disputa era por el territorio-,
El Corpus de Sangre y la Guerra de los Segadores, para acabar perdiendo la Cataluña Norte en beneficio de nuestros amigos franceses, siendo curioso que nos habíamos puesto los catalanes por voluntad propia bajo la protección de Francia. Los catalanes siempre acertamos con nuestros amigos (...), quedan y pocos los payeses que, con toda la razón del mundo, reclaman por sus legítimos derechos y beneficios. Cortes en las carreteras y muestras en sus municipios de su descontento. Podemos decir que no con hoces y azadas sino con los tractores actuales que muestran los cambios en el mundo rural (demos por ello grácias a Dios o, mejor, al progreso y al esfuerzo de los mismos payeses) Se proponen si es necesario en Cataluña colapsar Barcelona y, si es necesario mantener las protestas, llegar hasta Madrid.
Ningún desacuerdo con esas protestas y reclamaciones que, al fin se reducen a producir sin competencia desleal de productos producidos fuera de Europa. Aunque Francia parece ignorar la libre circulación europea de productos, tambièn los agrícolas, cosa que ignoran desafortunadamente con violencia y contra los mismos, como ellos, que viven del campo y la agricultura. Una pena que con esos payeses se mezclen otro tipo de propietarios a los que para ellos el campo es una simple explotación, ellos no han trabajado en su vida en el campo, llegando al esperpento de ver en Cataluña entrevistar por televisión a un terrateniente, explotador por herencia y, muy divertido si estuviéramos de humor, Grande de España y algunas docenas de títulos nobiliarios como si fueran cerezas o racimos de uva, dicho para no perder el hilo del asunto.
En esta España de la política-esperpento, esperaremos al siguiente acto para ver si en este escenario, además los payeses de no recibir un precio justo por las cebollas, las lechugas y las alcachofas, son acusados de terroristas, dicho sin ánimo de hacer gracia, tal como están las cosas en el vodevil patriótico y sus disparates.