Carmen Romero en una rueda de prensa. Exigiendo libertad de expresión y ejecución de las sentencias.
La Asociación de Cónyuges de la Guardia Civil, unas valientes que en los años ochenta salieron a la calle sufriendo los actos criminales de la Operación delictual columna
Carmen Romero, ellas sufrieron la Operación Columna.
Los que luchaban por la paz y se enfrentaban a ETA, perseguidos y eliminados del estado de derecho, criminalizados y perseguidos por las unidades que debían perseguir a los terroristas. Ni más ni menos.
Tricornios en Democracia 18 Dic 2024 - 01:05 CET
Día veinte de septiembre de 1986. Mi marido, Manuel Rosa, -Cabo Rosae dijo que iba a café con unos amigos. Sobre las siete de la tarde me llamó un diputado de IU, diciéndome que a mí marido lo habían detenido, yo no comprendía nada de lo que estaba pasando. Ese mismo día, mi marido había presentado a su capitán, el derecho de petición para constituir una Asociación Profesional.
Esa misma noche del 20 de septiembre, se presentaron en mi domicilio sobre unos diez guardias civiles, sólo el capitán se identifico, Carlos Cáceres Espejo, me dijo que traía una orden de registro, la cual yo nunca vi, yo me encontraba sola con mis tres hijos y tres sobrinos, todos menores de edad y sin saber que había pasado con mi marido.
Cuando terminaron me dijeron que teníamos que ir a mi otro domicilio en Sevilla, allí se repitió lo mismo registro sin testigos y siempre amenazada, diciéndome que les dijera lo que yo sabía.
Mi marido no se pudo poner en contacto conmigo hasta pasado tres días. Así comenzó una pesadilla que duró diez años. Todo esto saltó a los medios de comunicación, todos se hicieron eco.
A las puertas de mi casa, tenía día y noche ,un coche camuflado de la GC con dos guardias que me seguían a todas partes. Los teléfonos de mi familias y amigos al igual que el mío estaban intervenidos.
Cuando pude ver a mi marido estaba en la Comandancia de Montequinto (Sevilla) en el cuarto donde estaba el aseo del guardia de puertas.
En Navidad sin comunícarle nada a la familia,l o llevaron al Castillo de Santa Catalina (Cádiz) de allí a la prisión Militar de Alcalá de Henares (Madrid) cada vez más lejos, no podía ir a visitarlo.
A mí hijo que tenía seis años, le decía que si papá estaba trabajando en Madrid y por eso no podía venir mis hijas mayores tenían una once años y la otra catorce, a ellas ya no las podía engañar, ya sabían lo que estaba pasando, les destrozaron su infancia y sus estudios. mientras seguia la vigilancia en mi domicilio y los teléfonos intervenidos.
Así pasaron los meses, los años y todo seguía igual o peor, espiados, seguidos, coaccionados y al amparo de una justicia que se apoyó en la que hoy conocemos como actos supuestamente delictuales como se puede comprobar en la lista de la operación columna.
Otro día cuándo volví de trabajar me encontré a mis hijos llorando se habían vuelto a llevar a mi marido, no les importó que sólo estaban tres menores en casa, después me dijeron mis vecinos que había tres o cuatro coches de la GC, y todos los guardias armados, como si fuera un etarra, se lo llevaron sin decir a donde, llamé por teléfono a las dos comandancias que hay en Sevilla y a las tres o cuatro horas me dijeron que está en la de Montequinto, de allí otra vez a Alcalá de Henares.
Para la comunión de mi hijo, le escribí una carta al Páter de la prisión para que intercediera para que le dieran permiso para asistir a la comunión de mi hijo. Vino escoltado por dos GC de paisanos, lo dejaron en la iglesia a las nueve de la mañana y se lo volvieron a llevar para Alcalá de Henares a las seis de la tarde.
Yo mientras tuve que hacer de padre y madre, además de asistir a reuniones de los sindicatos UGT, CCOO, USO, pero todo eran palabras nadie hacia nada, pero yo seguía insistiendo, no quería que callera en el olvido.
El movimiento sindical en la GC, fue tomando fuerza, pero siempre en la clandestinidad. El terror se introducìa en cada casa y en cada lugar donde los guardias civiles y sus familias exigieran derechos constitucionales y el cumplimiento de las sentencias, mi marido había ganado en el tribunal constitucional de España una sentencia a su Recurso de Amparo en el año 1993, que al día de hoy no se ha cumplido y además siendo expulsado por ejercer actos lícitos como bien dijo el TC en el recurso ganado el número RA 871.
Pasado el tiempo nos juntamos algunas mujeres y creamos la ASOCIACIÓN DE CÓNYUGES DE LA GUARDIA CIVIL, ya que éramos la voz de los que no tenían voz. Eramos la voz de los que eran detenidos, encarcelados, sin derecho alguno y perseguidos sin respetar derecho constitucional alguno. Era el terror implantado en una democracia secuestrada.
Hicimos la primera manifestación de mujeres de GC, en Córdoba, nos encerramos en el ayuntamiento de esta misma ciudad, todo para que no se olvidará que había GC. en prisión por pedir un derecho Constitucional.
Así pasaron diez años de la vida de mi marido y mi familia, cuando no estaba arrestado por una cosa era por otra entre las Comandancia de Eritaña, en un cuarto inmundo y la de Montequinto, las dos en Sevilla o en la Prisión Militar. Cuando hablo de arrestado ahora debo decir, detenido ilegalmente como bien dijo la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos –TEDH–, la cual condenó a España por delitos de detención ilegal y no hay interpretación sentencia 69966-01.
Los compañeros temían a las represión, pues mi marido fue la cabeza de turco para que nadie se moviera, pero siempre estuvieron los que creían en este movimiento democrático asociativo y sindical y seguían luchando por el bien de todo el colectivo.
De las compañeras no guardo buenos recuerdos, pues cuando iba a ver ai marido si había alguna que me hablaba lo hacía con miedo y sin que nadie la viera.
Por fin y debido a la sentencia del TEDH 69966/01 legalizaron las asociaciones en la GC.pero ninguna se puso en contacto conmigo para ver si necesitaba algo. Se legalizaron previo acuerdo en una noche turbia para que todo pareciera que había cambiado para que todo siguiera igual o peor; no hay más que fijarse en el trato dado a los recursos humanos, la discriminación con otras fuerzas de seguridad y la cantidad de suicidios que se producen en la Guardia Civil.
Lo que si quiero decir que no hemos dejado de luchar en los tribunales durante estos casi cuarenta años, para que los guardias civiles tengas sus derechos como todos los ciudadanos. Lo hicimos solas y abandonadas.
Por último me preguntó: ¿Donde estaban los derechos de los menores y la protección al menor? Mis hijos vieron cosas que no tenían que a ver visto nunca y nadie se interesó por ellos. Y el sufrimiento de mis hijos y el mio propio no tiene precio, pero creo que alguien tendría que pagar por todo esto. Después de casi 40 años es muy difícil resumir tantas cosas, muchas las las he olvidado y otras las voy recordando.
Resumiendo, más de cuarenta años en una democracia secuestrada, más de cuarenta años del poder judicial haciendo caso omiso de las sentencias del TC y del TEDH, más de cuarenta años expulsados acusados de un delito imposible: «solicitar permiso para constituir una asociación profesional». Un país que tolera estas acciones delictuales, es un país sin futuro y acredita que los dirigentes políticos no sólo son ineficientes sino muy mala gente, España ni los españoles se merecen esta gente.
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