Pedro Sánchez no ha ganado las elecciones pero puede repetir la presidencia del Gobierno. La victoria del Partido Popular ha sido pírrica pues sus escaños no le permiten ninguna coalición gubernamental posible, mientras que el PSOE, sólo 300.000 votos por detrás, puede intentar un pacto de investidura de casi todos contra el PP, a imagen y semejanza de las anteriores elecciones.
Lo paradójico del caso es que Sánchez quedará en manos del partido de Puigdemont para repetir mandato, pues un “no” de Junts per Catalunya bloquearía su investidura. No parece que ése vaya a ser el caso, pues a los independentistas les conviene un Gobierno del PSOE más que ningún otro,
En estas elecciones se ha visto la capacidad de resistencia de Pedro Sánchez, más allá de lo caótico y manipulador de su Legislatura. En una campaña que ha ido de menos a más, entre el PSOE y su marca blanca Sumar han convencido a muchos votantes —los socialistas han sacado dos escaños más que en los comicios anteriores— de que la economía va bien gracias a las subvenciones, bonos y demás prebendas que han dejado las arcas públicas vacías en beneficio de sus perceptores.
Al parecer, también ha podido más el miedo a una llegada de Vox a La Moncloa —la repetición constante del mantra del “túnel tenebroso” del tiempo—, que las apelaciones a las maldades de un Bildu que para la mayoría de los electores queda suficientemente lejos.
Estas percepciones de gran parte de los votantes, hay que reconocerlo, son mérito personal de Pedro Sánchez, que se ha echado esta campaña a sus espaldas convencido de lo que se jugada. Y lo que se jugaba, sea dicho, es desmochar España piedra a piedra, con políticas de cambio de paradigma, concesiones a los independentistas y arruinamiento total de la economía.
O sea, que Sánchez ha demostrado, una vez más, que es un superviviente y que aunque llegase a necesitar dos votaciones de investidura o tener que repetir elecciones, tenemos Pedro Sánchez para rato.